En todo el mundo se han intentado numerosos tratamientos clínicos para el control de la hiperhidrosis, pero todos ellos son paleativos, de efecto temporal o de escaso resultado.
Recientemente el procedimiento quirúrgico es considerado como definitivo. Las opciones no quirúrgicas para el tratamiento de la hiperhidrosis son limitadas e incluyen: los tratamientos dermatológicos, con la aplicación de soluciones o de cremas astringentes; baños eléctricos con agua salada en el área afectada, que puede reducir el sudor en áreas especificas, pero solamente por un periodo de 6 horas a una semana; la inyección de la toxina Botulínica (Botox) debajo de la piel que puede funcionar de 4 a 6 meses, pero son necesarias alrededor de 50 inyecciones en cada mano y, por otra parte, el producto es muy costoso.
El tratamiento psicológico, el uso de sedantes o de drogas que disminuyan el sudor pueden reducir el enrojecimiento facial y mejorar la adaptabilidad social, pero actúan muy poco a favor de la hiperhidrosis. El hecho creciente de los efectos colaterales por el uso continúo de estos medicamentos, se convierten en poco útiles para el tratamiento de la hiperhidrosis.
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